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Over the centuries the concrete form in which the Church has exercised this power received from the Lord has varied considerably. During the first centuries the reconciliation of Christians who had committed particularly grave sins after their Baptism (for example, idolatry, murder, or adultery) was tied to a very rigorous discipline, according to which penitents had to do public penance for their sins, often for years, before receiving reconciliation. To this “order of penitents” (which concerned only certain grave sins), one was only rarely admitted and in certain regions only once in a lifetime. During the seventh century Irish missionaries, inspired by the Eastern monastic tradition, took to continental Europe the “private” practice of penance, which does not require public and prolonged completion of penitential works before reconciliation with the Church. From that time on, the sacrament has been performed in secret between penitent and priest. This new practice envisioned the possibility of repetition and so opened the way to a regular frequenting of this sacrament. It allowed the forgiveness of grave sins and venial sins to be integrated into one sacramental celebration. In its main lines this is the form of penance that the Church has practiced down to our day. (CCC 1447)
EL SACRAMENTO DE RECONCILIACION (CONFESION)
1447 A lo largo de los siglos la forma concreta, según la cual la Iglesia ha ejercido este poder recibido del Señor ha variado mucho. Durante los primeros siglos, la reconciliación de los cristianos que habían cometido pecados particularmente graves después de su Bautismo (por ejemplo, idolatría, homicidio o adulterio), estaba vinculada a una disciplina muy rigurosa, según la cual los penitentes debían hacer penitencia pública por sus pecados, a menudo, durante largos años, antes de recibir la reconciliación. A este "orden de los penitentes" (que sólo concernía a ciertos pecados graves) sólo se era admitido raramente y, en ciertas regiones, una sola vez en la vida. Durante el siglo VII, los misioneros irlandeses, inspirados en la tradición monástica de Oriente, trajeron a Europa continental la práctica "privada" de la Penitencia, que no exigía la realización pública y prolongada de obras de penitencia antes de recibir la reconciliación con la Iglesia. El sacramento se realiza desde entonces de una manera más secreta entre el penitente y el sacerdote. Esta nueva práctica preveía la posibilidad de la reiteración del sacramento y abría así el camino a una recepción regular del mismo. Permitía integrar en una sola celebración sacramental el perdón de los pecados graves y de los pecados veniales. A grandes líneas, esta es la forma de penitencia que la Iglesia practica hasta nuestros días.